cantar opinando

de estos asuntos de cantar soy muy torpe

pero lo que escribo no tiene corrección,

un especie de martín fierro en medio de alambrados

y sembradíos, que él no concibió, se cosecharía

cantidades de granos de toda variedad

que podría por su cantidad quebrar el hambre, la precariedad

de proteínas, es decir, el devenir y resolución de una especie

o etnia, que como parientes no llamados al casorio, pero sí

al exterminio, cantores con alambres o paisajes de otros

parientes que asimilados a otras tierras, encontraron en algún lugar

histórico una voz, que se asemejaba a una voz que nos hablaba

desde todos los tiempos como Pavese lo hacía, desentrañándose,

explicándose y también cantando como propuesta de ser dueño

sin proposiciones del terruño. Esto no era subversión, ni tampoco

cuestionamiento al poder, la tierra nos pertenecía en las palabras

el paisaje y el parentesco, siempre cantando, siempre profundizando

el lugar que es todos los lugares, en cuanto trabajo, relaciones de trabajo,

si lo querés llamar de otra manera, cultura del trabajo, o cultura y solidaridad

que deviene de esas relaciones. Pero en ese enjambre ya somos abejas

de otro panal, laburamos sin predio o nos afanan la miel, mientras que dueños

del canto, decimos si podemos, bellezas del transcurrir, que no envejecen

pero tampoco ocupan lugar: todavía lo hacemos. Hemos perdido terreno.

Aunque a mí no me importe mucho y esto lo resuelvo en un lugar que no tiene anteojeras

ni tapones para los oídos. Creo que el canto se está resolviendo en el sueño

en la misma idolatría del canto en la ceremonia que nos convoca a cantar.

Y que fijate vos, cuando más nos aprietan los huevos, más fina sale la voz.

estará destinado para nosotros un lugar que no tiene lugar, un lugar que nos entiende

en la celebración de nosotros mismos como vivientes o sobrevivientes, que nos destinaremos

a nosotros mismos como triunfadores del lugar del sueño y de la perseverancia

de la voz aflautada. No sería bueno en esta correspondencia de buenos destinatarios

dueños del salvavidas, hacer por ej. un pedido concreto, sin subvertimos, sin dejar

de protestar familiarmente como lo hacemos, y que sin molestar y sin soñar mucho.

procuremos en nuestro canto algunas realidades. No las interpretaciones de Freud

que él creía muy lógicas y que desconsolaba su opinión a Bretón, Aragón, también a Dalí.

Convengamos, podemos soñar, podemos cantar con los huevos apretados o embelesar,

hipnotizar a la clase media y la burguesía, o proveerles queso podrido, mal oliente

auyentarlos de nuestros ensañamientos y nuestros deseos de ocupar el lugar

del hipnotizador. También tendremos en el caso del fracaso amigos y amigas ensañadas

Mirá si el que te retruca con la mirada tiene la mirada firme. Tiene un fusil, mirada contra fusil,

quién carajo gana. No hagamos apuestas, esto es historia vieja, hemos perdido en el martín

fierro el terreno amplio, la traición al poder y no debemos ser culpables de cantar con la voz

aflautada. Podemos cantar mucho tiempo, somos a semejanza reyes de esa forma de canto.

Estamos hipnotizados de nuestro propio canto. Esa es la trampa. Pavese también

quién planteo desde la ilustración una poesía campesina, proletaria, en un momento dado

y en la confianza de la literatura, la literatura lo traicionó, como traicionó a las familias judías

que creyeron que esa ilustración los salvaría del holocausto. También ahora Bonasso esgrimiendo

el tridente de la propiedad del infierno, (ni siquiera el purgatorio) olvida como todos los

intelectuales extraterritoriales, ellos en el paraíso. Él tiene el tridente aquí,

los demás se las tomaron, con la misma fatalidad, fijate vos,

Bayer, Piglia, Eloy Martinez hasta Gelman (con atenuantes) Saer

nos cuentan las historia de los argentinos, dicen como y debemos vivir y aceptar un mal

que es menor a otros males (es cierto esto?, desde cuando, querés que te cuente) no has

perdido el mismo entusiasmo de los desastres comunes y corrientes y perdurables?.

Olvidémonos del poder, tenemos la voz aflautada, pero con esa misma voz de contralto

podemos pedir, en este ejercicio o reunión de la lengua (que es del invasor) proponer

que el día de la rassa se transforme en el día de las Etnias, que en las escuelas y su educación

expliquen las calidades de la civilización de nuestros territorios antes de la colonia

y que se cuestione y que se ponga en el tapete la forma de gobierno personalista

y monoteologal, un hombre sólo no puede aunque sea a imagen de dios y del patrón

y del obispo, gobernar sino tiene contradicción, sino deja de ser responsable

antes lo santos evangelios, es decir, la literatura fabulosa. Propongamos que jure

fuera de la ficción. O por decirlo de otro modo por la realidad, y acompañado por parientes

que no sean representantes sino que de acuerdo a las mayorías se representen a si mismo. Es la única manera que el poder deje de ser una ficción bíblica, responsable de quién rinde cuenta el poder. El pedido que vale es que las etnias, sus culturas, no sean lugar sólo de museo

sino participes del poder, la ficción se transformará en otros interrogantes que ya deberían dejar de ser exterminio, para transformarse en nuevas preguntas que en cuanto superficie y foto de todo

lo que guarda esta civilización. Entraríamos a conjeturarnos y a explicarnos como alguna

vez en tono de milonga o de estilo o en un sapukay, mientras cantamos no sólo pretendamos

ser dueños del canto prometedor, culto e escindido sino de las propias ropas del sueño.

por Sebastián Peroni