Hannah Arendt, no pudo desligarse
Del lugar donde se explica la tragedia. La familia.
Ella señaló, que sin las opulencias enjoyadas
De las pacientes de Freud. No hubiese podido
Ser explicado, digamos, la complejidad de Edipo.
Si dijo que esa opulencia, ese deber, de mantener
Las leyes de haber entendido el ser, que puede ser rellenado
Pero no contentado por la culpa que produce, el relleno
Que eliminará la culpa primordial. Hannah, tuvo parientes
Y lugares a desentrañar, las exclusiones de la opulencia
Como un deber. Señaló a Walter Benjamin y a Kafka,
Como maltratados, que en su sufrimiento, devinieron ciertos hechos
Que conformaron cultura. Pero siempre fuera del relleno.
El relleno que cubre, el lugar de la tragedia. Ella sufriente,
También de ese absoluto, entendió que la banalidad
Del relleno debía ser expresado en la ilustración
Que cumpla con los requisitos del ser. La superioridad
Que Lacan nombrá al hombre, (un lapsus más, una forma más
De no entender el ser y que problemática del territorio, dios
Mal explicado expulsó a la pareja primordial, del terreno que no tenía
Nombre ni lugar finito. La expulsión, sí, nombró o adquirió nombre
Del latrocinio que ya no sería lugar del ser, el lugar soñado tendría
Culpables y en cuanto pecado, el lugar ya no sería común) culpable
De ese acertijo es la mujer y su saber que acalla que ha sido
Excluida y culpable de que el territorio común se transformaría
En la cultura del hombre. Atraído y seducido por el símbolo
Que lo alejaría, de lo que él no ha llegado a develar. En principio
Como semejanza de dios, ha guardado para sí su complicidad
Con dios que excluye desde la creación a la mujer. Ella es dueña
De la atracción y del pecado, que en cuanto se marchite esta seña
Este lapsus, que señala al padre y al hijo, dueños entre sí de la atracción
Del territorio que no sería señalado, como cuestión a desentrañar.
En cuanto entre sí han concebido a la mujer. Estas obviedades
En cuanto pecado y exclusión el territorio. Debe ser ganado, rellenado
El vacío de la identidad, que en cuanto filosofar del hombre, se hará
Dueño del territorio y de la simbolización del territorio. Esto le pasó
A Hanna Arent y a su pariente Heidegger. Que en cuanto territorio
Y obvio del saber. Uno pude inferir, que el horizonte, puede ser recorrido
Sin vallas. Nuestro referente fue Martín Fierro, que se deslizaba sin alambradas.
Hanná Arent, aunque señalo el lugar del relleno, lo señaló como irritación
De la culpa que produce el escamoteo, que no se expresa en otra lengua
Que no sea excluyente. Y que nunca es lo mismo. En esta instancia
La ilustración se sigue ostentando, ya no como lugar ganado como territorio
Sino comercio que no lo cuestiona. El poder que aunque crítico,
No resuelve la banalidad, lugar sublime de transformar todo echo en lugar
Absoluto, la ausencia, el lapsus de este lugar, parte de la tragedia
Que encubre que el saber no es dueño de la propiedad, pero sí,
Su defensor. El mayor logro en estas instancias es como reaseguro
Y como mantenedor, de la ansiedad del territorio que nunca es nombrado
Como lugar de la tragedia. Porque ya ha sido apropiado, y no se contenta
Sino con el alimento de una mayor seguridad. La ilustración nunca
Cuestionó la propiedad como un lugar de la tragedia. El lugar para él
Es inmemorial (otro lapsus) y situado en un lugar universal. Donde se
Resuelve como espectador. Se señala al actor como no participe político
De ese acontecer, sino dueño del lugar ilustrado donde será observado
Y su regocijo, se obtendrá, ante el aplauso de su buen interpretar
Las relaciones, (ya el drama), que conjugará la imagen de los parentescos
De las resultantes de la propiedad (esto está claro, que de su amor por el padre
Edipo quiso apropiarse, en venganza, de las pertenencias del padre,
Que en cuanto acalladas, o en la venganza a ese acatamiento, la muerte
Es el lugar donde la propiedad adquiere lugar de la dramatización). Esto
Lo señalan los duelos que provienen de ese acontecer. El lugar de la propiedad
Es como la ley que la protege, el reaseguro, de que el drama ya no es
Un lugar de peligro a esa enajenación. La ilustración y lugar del territorio,
Hasta sus mayores avances no cuestionan esto. Esto esta dado en la
Teatralidad de las relaciones a las que el niño no acepta entrar. Si es esa
La pureza a la que se refiere Heidegger, yo diría que ese es otro lugar
Que no contiene la propiedad en su saber y que se refiere al día, al ocaso
Y al horizonte como lugares que obvian el conocimiento real de la superficie.
El lugar parcelado, y que en la omisión del ser despojado de ese lugar
Es el lugar donde va dirigido la ilustración, pero no puede desentender
De la sexualidad bien entendida de las palabras como lo entendió Lacan
Su lubricidad, y lugar que nombra ya el saber tiene otros interrogantes
De la misma fuente, que en cuanto lugar donde ocurre, no será más
El horizonte, ni la serenidad de la tarde porque esas fotos están llenas
De la sexualidad que se desplaza de otras maneras en la propiedad:
Par ser benévolo invito a desentrañar que quiere decir aquí y ahora
Pre-ocupado y des-graciado. El saber sabe (Lacan, Freud) que toda
Observación, todo resplandor que se piensa, no puede ser dejado
En cuenta. Marx, lo entendío como una fatalidad del acontecer. Él
Lugar de la propiedad en algún momento, emergerá, como interrogante
Y descrédito de la ley en cuanto se omita del saber. No habrá saber
En la descalificación. Esto no lo entendió bien Freud, ni Darwin ni Heidegger.
El Cristianismo tuvo un mensaje humanístico que era un lugar común,
Hubo doscientos años, en el acontecer del ser donde se cuestionó
Lo obvio de la ilustración, los lugares eran comunes, la propiedad
Era obvia en cuanto lugar donde no se ejerce el poder. Único lugar
Que puede ser obviado a no ser por la abstracción de este lugar. La ilustración,
Sin ilustración y sin mayor problemática que resolver la igualdad
Casi mística, en estos momentos, el territorio, la familia, y la educación
Eran formulabas sin fetiches. La problemática era la igualdad. Los niveles
Del comercio que es un reaseguro de la civilización se apropio de ese lugar.
Cuando tuvo que reasegurar su identidad, Freud no se desprendió
Del saber bíblico, se traicionó a sí mismo y se signo como venganza
De la inquisición, a la que el solapadamente sobrevaloró en el acontecer
De las civilizaciones, que sí puedo creer, son las presencias del paisaje,
Que aunque tienen dueño, habrá nuevas formas de nombrar ese lugar.
La presencia y el desenmascaramiento a el saber ilustrado, que excluye
La propiedad como, resultado del conflicto. Lugar del duelo. La cultura
En esos momentos se hace presente, como carencia que se proyecta
Si no se es muy ingenuo y se piensa que el duelo es olvidar la falta. Las simbologías
Son ahora sólo lugar de la abstracción que pretende el otorgamiento,
Y el presente de la forma de encubrimiento que es la metáfora, y la paradoja.
Es posible que en cuanto presente de ese saber puede señalarse, que está
Destinado, a cubrir el mensaje que se extienden en la culpa de la usurpación.
Ese lugar, esa cultura, ha dejado de ser cultura para situarse como lugar policiaco.
Ya no lo hace el amo, ni dios que nos expulso, sino los interrogantes que se acallan.